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mientrashayaluz

Cuando éramos libres...

Cuando éramos libres...

Cuando éramos libres, ¿lo recuerdas? ¿no extrañas aquellos días? en los que todo era ilusión, sonrisa, confiabamos en el destino y espérabamos lo mejor de él. Éramos libres de miedos y de temores, los fantasmas habían quedado muy atrás, y las ruinas que algún día se posaron a nuestro alrededor poco a poco habían desaparecido. Eramos libres, sin cadenas que nos atasen a la costumbre, al dolor, a la añoranza, al amor...eramos libres, con la mirada brillante, la sonrisa eterna y la valentía para buscar un mejor mañana. Ahora, hemos vuelto a someternos a nuestras cadenas, de repente todo ha vuelto a su color, a su sabor original, y en estos días claros, sentimos los grilletes que nosotros mismos nos empeñamos en colocar, a lo largo de nuestra alma, encadenándola al sufrimiento, por empeñarnos en que todo sea como se desea, por querer que las cosas, muden a nuestro antojo, pero lo cierto es...que si nosotros fuimos libres y hoy no, es simplemente por nuestra propia voluntad. Y si los otros lo siguen siendo, es porque saben lo vital que es seguir latiendo la vida. Cuando eramos libres, sentíamos la lluvia y el viento azotar nuestro rostro, hoy sólo son nuestras propias bofetadas las sentimos en una y otra mejilla, cuando eramos libres, nos importaba muy poco lo que ocurriese a nuestro alrededor o lo que los demás dijesen, cuando eramos libres, el paso del tiempo no nos domaba, sin más bien para seguir adelante, con mayor confianza, hoy el tiempo se empeña en enseñarnos que ya es hora de cambiar, que soltemos la riendas y que él se encargará de encarcelar nuestros sueños, anhelos y esperanzas.
Cuando éramos libres, todo era mejor sin duda, las lágrimas caían sí, pero mientras resbalan de nuestros ojos, sentíamos que estabamos más cerca de la libertad, y que aquello merecía la pena sin duda. Hoy las lágrimas resbalan por nuestro rostro, pero por producto de la impotencia, de la tristeza, de la añoranza y del sufrimiento, de sentir esos grilletes lastimando las muñecas del alma y diciéndole al corazón que ya es hora de asumir esa condena.
Tendemos hombres y mujeres ha condenarnos continuamente, a encerrarnos en cárceles de cristal, a tener temor de vivir, a encadenarnos con miedos o fantasmas e incluso a predcir todo el mal que nos va pasar, sin disfrutar libremente de lo bueno del hoy.
Hubo un tiempo en que yo mismo fui libre, tomando la vida a grandes sorbos, y despreciando el amor y la ventura..hasta que un día me tome con una igual , que me hizo encadenar al sentimiento más placentero y más horroroso al mismo tiempo...y sí dejé de ser libre...y ha pasado el tiempo si, pero aún tengo las marcas de como quería arrancarme las cadenas, y cómo me sangraron las heridas por ello...ya nunca más regresó mi libertad...con ella se quedaron. Y por eso ahora la recuerdo con añoranza, y espero antes de morir, volver a ser el que fui...a volver a ser libre y saber de nuevo apreciar los minutos y los días de mi vida, sin sentir que la libertad se ha muerto para mi.

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