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mientrashayaluz

Honduras. Hora límite

Honduras es el tercer país más pobre de Centroamérica, tan sólo superado por Haití y Nicaragua. Según el BM, más de un tercio de los hondureños vive en una situaciópn de pobreza extrema y el 60% está por debajo del umbral de la pobreza. El 25% de los niños menores de cinco años sufre malnutrición crónica. La mortalidad infantil es también un dato sangrante de cada 1000 niños 24 pierden la vida antes de cumplir un año.

 

Tiene la tasa más baja en Esperanza de Vida que se sitúa en los 69 años, debido fundamentalmente a la falta de cobertura sanitaria pública, ya que sólo hay 9 médicos por cada 10.000 habitantes y hay en zonas rurales donde no tienen un solo doctor. Añadido a esto otro grave problema es la educación, ya que pese a tener un porcentaje del 82% de población alfabetizada, el 21% de los niños está en edad escolar y no acude a clase y el 34% ni siquiera comienza sus estudios de secundaria.

 

Honduras es uno de los países como mayor desigualdad social. El programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su informe de 2008 concluye que los hondureños no obtienen casi beneficios del gasto social del Gobierno, que es además claramente insuficiente. También señala la escasa cobertura social y el gravísimo problema de que las élites sociales y políticas son las que se apropian en la mayoría. Esto se debe fundamentalmente a la falta de mecanismos para controlar la corrupción en el país, y porque no existe ninguna estabilidad en la política interna. A esto se suma una altísima inflación y una economía que lleva años en recesión.

 

 

En este tenebroso marco es en el que debemos de enmarcar la lucha por ocupar el poder que está llenando portadas y más portadas, mientras Honduras sigue muriendo y hundiéndose irremediablemente en la miseria.

 

Mientras los amigos del golpista Micheletti en todo el globo, y sobre todo procedentes de la derecha insisten en que el auténtico golpista es Zelaya por no haber respetado la Constitución, Zelaya el presidente legítimo, por el momento, sigue encerrado y aislado en la embajada de Brasil. Muchos tachan de irresponsable esta actitud, pero hay que decir que sin decisiones como  esta, que para algunos pueden resultar quijotescas, el apoyo camuflado al golpismo tenía muchos números para ir ganando terreno en la comunidad internacional ante el deseo de muchos de acabar con esta situación incómoda . De hecho hasta el regreso de Zelaya  a Honduras, eran cada vez más escasas las noticias y referencias a la situación interna de este país, y el gobierno golpista se iba sintiendo cada vez más cómodo y legitimado.

 

Zelaya volvió y la realidad se abrió de nuevo antes los ojos de la comunidad internacional: estado de sitio, cierre de medios críticos, represión militar, asedio a una embajada extranjera...al golpe “técnico” ya se le podía llamar, ahora sí GOLPE DE ESTADO.

 

Si la presión internacional y en especial el rechazo de EEUU hubiera ido en serio el gobierno golpista se hubiera derrumbado hace tiempo, pero la presión fue sobre todo una pose.

 

No sabemos muy bien cual será el desenlace de todo este “tinglado”, y esperemos que no sea  un baño de sangre, pero si esto ocurriese, hemos de tener muy claro que no habrá un  único culpable, no podremos señalar sólo a Zelaya o a Micheletti, sino hemos de hablar del  fracaso rotundo de mediación no sólo de la OEA, sino de la Comunidad Internacional que con su equidistancia, esperaba y espera que  los golpistas se estabilicen para dar carpetazo a un situación incómoda.

3 comentarios

Isidoro -

No ha sido una condena suave sino que precisamente los que han condenado el golpe se pasaron de frenada. De hecho, sólo se me ocurre como algo "más duro" el que los países de la zona organizasen una expedición militar contra Honduras para restituir a Zelaya. ¿Es eso lo que planteas? Porque el "cerco" a Honduras es prácticamente total tanto diplomática como económicamente.

Los golpistas, se quiera o no, cuentan con el respaldo fundado de todas las instituciones de la república de Honduras. Eso y un notable apoyo de la población. Siendo golpistas, como lo son, no reconozco sin embargo que el objeto del golpe fuese "apropiarse del poder" sino precisamente evitar "por cualquier medio" que Zelaya se perpetuase como presidente (caudillo) de Honduras mediante sus iniciativas ilegales y demagógicas. Lo que ocurre es que en Honduras debe haber muy pocos demócratas y entonces no se guardaron las formas ni las leyes a la hora de expulsar a Zelaya del poder: algo que era completamente necesario desde el momento en que Zelaya se negó a acatar sentencias judiciales adversas. Pero la naturaleza del gobierno golpista es expresamente transitoria. Además, cuando Micheletti ordena el "estado de sitio" para Honduras (recortándose así las garantías constitucionales) es el Congreso de Honduras el que le dice que anule semejante medida: y Micheletti lo hace. ¿Cómo se puede decir entonces que Micheletti y su gobierno aspiraban a la dictadura?

mientrashayaluz -

La condena al Golpe de Estado de Micheletti que tú dices ha sido unánime, puede que sea cierto, pero ha sido una condena muy LIght, evidentemente haya lo que haya hecho Zelaya nada de lo que pasó a raíz de su expulsión tiene justificación. No es un secreto e incluso los medios más afines (en todo el mundo) no puede ocultar las pasadas de frenada de los golpistas, que están implantando un verdadero régimen de terror sobre los críticos al golpe. Es una evidencia que la expulsión de Zelaya en ningún caso buscaba una restitución de la democracia y del orden constitucional como dicen muchos golpistas, lo que buscaba era apropiarse del poder y Zelaya les dio la excusa perfecta.En cuanto a la salida pacífica de la situación sería a mi manera de entender quitar a Micheletti y a las cabezas visibles del golpe del gobierno, poner un gobierno "técnico" y buscar un regreso dialogado de Zelaya sin juicio alguno.

Isidoro -

Por supuesto que la corrupción campa por sus respetos en Honduras: ¿cómo si no iba a poder nada menos que el presidente del gobierno ignorar una sentencia de un tribunal constitucional como es la Corte Suprema de Honduras? ¿Cómo si no podría un presidente de gobierno destituir al general en jefe del ejército de su país por negarse a desobedecer la ley? ¿Y cómo si no sería posible destituir a dicho presidente, tras haberlo expulsado del país en pijama, en base a una carta de renuncia completamente falsa?

No hay conspiración internacional. Esa tendencia al fortalecimiento del gobierno golpista de Micheletti es completamente inercial: cuando alguien tiene el control de un país es cuestión de tiempo que se reconozca a dicho gobierno internacionalmente. Esto sucede por el evidente hecho de que, buenos deseos al margen, el fundamento de la soberanía no es otro que el poder. Y las necesidades de la diplomacia imponen que la condición para poder reconocer un determinado gobierno no es que éste sea democrático o que no proceda de un golpe de estado: sino simplemente que ese gobierno tenga el control de un territorio.

En realidad ha existido una notable unanimidad a la hora de condenar el golpe de estado en Honduras. Puede que sea, principalmente, porque ningún jefe de gobierno del mundo puede convalidar que a un homólogo suyo lo metan en un avión poco menos que en calzoncillos y lo expulsen del país. Pero por este celo, precisamente formal, se está llevando a Honduras a un dilema absurdo: o dan por muerta su Constitución de 1982 admitiendo, sin más, de nuevo como presidente a Zelaya o se van directos a un aislamiento internacional draconiano.

La solución debe ser para mantener las apariencias, para que no haya tentación o excusa para la guerra civil ni por un lado ni por otro. Micheletti claramente cuenta con el respaldo de una parte importante (o al menos muy militante y decisiva) de la población hondureña: si no su permanencia en el poder resulta inexplicable (bastaría que una sola unidad del ejército o la policía se negase a cumplir tal o cual orden para que todo se viniese abajo: dado el bloqueo exterior a Honduras). Hay razones por tanto para pensar que la restitución de Zelaya no sería pacífica, pero tampoco lo sería un juicio a cargo de la Corte Suprema. Siendo así, para salvar a Honduras de la guerra civil o el despotismo se tiene que llegar a un acuerdo sobre la base de una amnistía y unas elecciones.