Selección de Jose Hierro
Dejé un instante de pensarte. Había Alguien -sé quién- que yo no conocía, ¿Por qué fuiste pensado, malherido, ¿Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme? De "Cuanto sé de mí" 1957
sucedido algo en ti cuando volviste.
Venías más nostálgico, más triste,
seco tu sol que iluminó mi día.
alguien que calza sueños de oro, y viste
almas dolientes, te pensó. Caíste
al pozo donde muere la alegría.
pensamiento de amor? ¿Cómo han podido
pasarte el corazón de parte a parte?
¿No recuerdas que tengo que ser firme?
¿Es que no ves que tengo que matarte?
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ALEGRÍA
LLEGUÉ POR EL DOLOR A LA ALEGRÍA.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
( Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía. )
Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.
Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.
De "Alegría" 1947
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Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.
De "Alegría" 1947
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CON LAS PIEDRAS, CON EL VIENTO
Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.
Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.
Hay que no sentirse solo.
Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desendemoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
con las piedras, con el viento.
Se exprime así el alma. Así
se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento.
De "Con las piedras, con el viento" 1950
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1 comentario
Alberto -
Un bico moi grande Celia.